Con la edad, la piel de todos se vuelve naturalmente más delgada y seca. El sol, el viento y otras condiciones climáticas a las que exponemos nuestra piel pueden pasarle factura a la salud de nuestra piel. El exceso de sequedad puede hacer que la piel se vuelva frágil y, a su vez, llevar a que se agriete en las zonas de los dedos, las manos y los pies. Cuando la piel se seca, puede tornarse demasiado áspera y escamosa, y presentar pequeñas rasgaduras que pueden derivar en grietas más profundas denominadas fisuras.
La piel agrietada en los dedos puede hacer que hasta las tareas más simples, como escribir en la computadora, dar vuelta una página o prender un botón, sean muy dolorosas.
La piel agrietada en los pies es igual de frecuente y genera zonas de piel seca y engrosada, conocidas como callos, alrededor del borde del talón. A medida que caminas, la almohadilla acolchada debajo de tu talón se expande y puede agrietarse debido al exceso de sequedad. En la mayoría de los casos, el problema es, más bien, una molestia y poco atractivo a la vista, pero cuando las grietas o fisuras son profundas, estar de pie, caminar o hacer presión sobre el talón puede ser doloroso.
Los siguientes son algunos de los otros factores que pueden producir el agrietamiento de la piel en los pies:
La incomodidad de tener la piel intensamente seca no es algo que tengas que soportar. Estas opciones de tratamientos comprobados para la piel agrietada pueden ayudar a conservar la humedad y rehidratar tu piel seca.
Si bien darse un baño caliente puede quitarle a tu piel una hidratación muy necesaria, un baño o inmersión puntual de 5 a 10 minutos en agua tibia con unas gotas de aceite esencial o un limpiador suave puede ayudar a rehidratar la piel seca y agrietada.
En los minutos posteriores a tu baño o inmersión, atrapa la humedad que has ganado usando una loción suave sin fragancia en las zonas agrietadas. Para los casos graves, opta por un ungüento o crema que pueda ayudar a reparar las capas exteriores de la piel y, así, mejorar la capacidad del cuerpo de conservar la humedad tan necesaria en el interior.
Si bien la piel agrietada puede ser el simple resultado de células secas y viejas de la piel, también puede ser consecuencia de infecciones o enfermedades de la piel, como el eccema o la psoriasis. Si el agrietamiento es recurrente o tan grave que sangra, visita a tu médico para confirmar que no haya otra causa subyacente que trascienda la deshidratación.
Durante el invierno, cuando el aire pierde humedad, nuestra piel se seca un poco naturalmente, pero si comienzas a desarrollar una piel agrietada con picazón, usar un humidificador es una buena opción.
Si tu piel está agrietada y escamosa, puede ser difícil no tocarla, punzarla y quitar la piel escamosa. Sin embargo, esto no solo hace que la zona sea más susceptible a las bacterias que pueda haber en tus manos, sino que también puede irritar aún más la zona, lo que solo empeoraría la situación.
Una vez que tu piel esté sanando, haz el esfuerzo de evitar seguir irritándola. Por ejemplo, si trabajas en tu jardín, usa guantes para ayudar a protegerte las manos. De manera similar, si tus labios se agrietan en invierno, usa una bufanda cuando estés al aire libre para ayudar a retener la humedad alrededor de la boca.
Es importante darle tiempo y atención a tu piel agrietada, ya que las grietas son, en esencia, heridas abiertas que, si no se tratan, podrían infectarse. La buena noticia es que, en la mayoría de los casos, puedes tratarla con estas simples soluciones.
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